martes, 29 de septiembre de 2009

Del espíritu indie y el regreso del sintetizador II

Architecture in Helsinki - Places Like This (2007)
- ignore me in the parking lot i'm petrified by conversation -

Antes que otra cosa, la banda llama la atención por su extraño nombre. Confieso que busqué en vano su significado. Ya me tocará saberlo, pero mientras ese momento llega no hay que confundirse, Architecture in Helsinki no nace en Finlandia sino en Australia. Con tres discos en su haber, se nota ya una notoria transformación en la banda. Places Like This muestra a un grupo más relajado. Dejan atrás el twee pop y se unen al resurgimiento del New Wave. Tal vez en palabras no sea tan impactante el cambio, pero al escucharlos aparece una banda irreconocible a comparación de su primer entrega. Más fiesteros, más pesados, más arriesgados. Eso sí, siguen conservando el sintetizador, y lo usan bien: distribuido y sin caer en excesos. No sólo cambió la música. La nueva personalidad del grupo le ha permitido a Cameron Bird explorar sus habilidades vocales y a desarrollarse como un front-man más activo. Si bien, su voz puede llegar a sonar algo forzada, pero nada que afecte la calidad del disco.
En rasgos generales, Architecture in Helsinki editó un disco fluido, aunque claro, la duración le ayuda bastante: apenas rebasa la media hora. Considero esto un gran problema en el material. Las canciones avanzan tan rápido una tras otra que es difícil familiarizarte con ellas hasta después de un tiempo, a pesar de que algunas son bastante pegajosas. Por otro lado, a pesar de ser un disco que gira en torno al sintetizador, canciones como Heart it Races y Underwater evocan ritmos tribales. Esto le da un aspecto no tan mecanizado al álbum. Las principales influencias de la banda también salen a flote. Primero con Hold Music, que bien podría ser una extravagante composición de The B-52's. Después, el recuerdo de los Talking Heads surge durante Lazy, donde una guitarra elegante que suena con cadencia excita la memoria.
Al final, Places Like This cumple. Y aunque no va más allá de eso, se centra en sus propias limitaciones y virtudes. Límites en sus canciones algo repetitivas. Virtudes en sus canciones generalmente efectivas.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Del espíritu indie y el regreso del sintetizador I

La principal materia prima de la música en los ochenta fue el sintetizador. Tanto los abusos de la escena musical como la llegada de bandas como Guns N' Roses contribuyeron a darle un duro golpe, que si bien, no lo mató, pero sí lo aletargó. Para los noventa vino un cambio de actitud. La electrónica siguió su curso y el rock trató de regresar a los cánones clásicos (guitarra, bajo, batería). Incluso, bandas claramente identificadas con el uso del sintetizador en los ochenta también se distanciaron de él durante los noventa. Pongo a The Cure y a Depeche Mode como ejemplos. Sin embargo, para el cambio de siglo comenzó a haber una tendencia a incorporar nuevamente el sintetizador entre sus líneas. Discos como Give Up de The Postal Service o el mismísimo Kid A de Radiohead revitalizaron su uso. Para la fecha actual, el instrumento y la música que lo rodea, se han vuelto objeto de adoración entre la ambigüedad de lo indie.
Ahora bien, si ubicamos el hecho en México, sucedió un fenómeno similar. Por un lado Zoé y Porter experimentaron con el sintetizador desde sus inicios; bandas como Zurdok, Fobia y Café Tacvba lo incorporaron en la última etapa de sus respectivas carreras.
Es importante aclarar, que aunque sigue teniendo una estrecha relación con el pop, ninguna de las bandas líderes internaciones cuenta con la magnitud de convocatoria que gozaron los pesos pesados de los ochenta. Con esto en mente, saco dos conclusiones. Inciso a, el sintetizador atraviesa un segundo aire, una segunda ola. Inciso b, vivimos en una época retrospectiva.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

De los tardíos noventa y sus obras maestras V

Neutral Milk Hotel - In the Aeroplane Over the Sea (1998)
- semen stains the mountain tops-

Neutral Milk Hotel sufrió una conocida tragedia: Graban con un sello independiente, editan un par de discos, son ignorados por el público, tibias críticas, no hay ventas, se separan. Posteriormente son redescubiertos por algún curioso anacrónico, la crítica los promueve, la disquera (que generalmente termina siendo comprada por un sello corporativo) saca ganancias de los disco y se les considera de culto. Claro que la escala del proceso varía en cada caso, pero así sucede.
Puede ser que Neutral Milk Hotel haya surgido en el tiempo equivocado, o al revés, que la audiencia no haya sido la correcta. Aún así, el legado de la banda ha perdurado, es objeto de referencia y sobre todo, su música se ha mantenido fresca. Jeff Mangum (vocalista, guitarrista y compositor) hizo un soberbio trabajo con el grupo.
In the Aeroplane Over the Sea concluye la trayectoria de la banda. El disco funciona con once pistas, las cuales cuatro o cinco son recibidas por el oído al instante. El resto se tiene que enfrentar a un oído más caprichoso. A pesar de esto, el álbum presenta uniformidad y procura mantener la expectación con letras y situaciones surreales. "Now she's a little boy in Spain, playing pianos filled with flames" dice Holland 1945, uno de los momentos climáticos envuelto en un tornado musical. Justo en seguida, aparece Communist Daughter, una bellísima balada que tristemente no llega a los dos minutos. La transición entre ambas canciones resulta en un asombroso contraste. De esta forma fue como Jeff se encargó de matizar la obra. Unos chispazos de Folk al inicio y al final. La impronta Lo-Fi al centro. La psicodelia como elemento transversal. No quiero sonar redundante, pero esto último es importante pues conforma el eje del disco. La relación que se genera entre la magia, imaginería y la banda es notable. Una simple guitarra y la no pulida voz de Mangum es suficiente para recrear sus fantasías en Two-Headed Boy. A esto, se suman la calidad del resto de los músicos que integran a Neutral Milk Hotel. Ellos fusionan el sonido de sus instrumentos con la experimentación y su esfuerzo se nota aún más en las únicas dos canciones instrumentales del disco, una canción sin nombre y The Fool, que rememora los momentos más oscuros de Piper at the Gates of Dawn. Aunque la mayoría son piezas de corta duración, Oh Comely rompe la relga y se extiende hasta los ocho minutos. Para mí, uno de los pocos puntos negativos de In the Aeroplane Over the Sea. ¿La razón? Es muy larga y rompe el trepidante ritmo que había alcanzado el disco. Afortunadamente le alcanza el tiempo para recuperarse y ofrecer un desenlace de altura.
No pienso extenderme más. Quiero terminar diciendo que In the Aeroplane Over the Sea es un disco orgulloso de su rareza. No titubea en aceptarlo y hace gala de canciones sencillas en manos de mentes complejas. Doy una cosa por hecho, todo lo que sale de este disco, bien podría ser el retorcido soundtrack que escucha Alicia mientras camina por el país de las maravillas.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

De los tardíos noventa y sus obras maestras IV

Sigur Rós - Ágætis Byrjun (1999)

Admito que no soy un viejo seguidor de Sigur Rós. Comencé a escucharlos hace apenas un par de años. Fue precisamente este disco el que me acercó a su música. Hoy en día, la banda pertenece a planos internacionales. No estoy seguro de que Sigur Rós sea la banda con más proyección en el post-rock, aunque su fama sigue subiendo considerablemente. Quizá, de una manera discreta, pero constante. Insignia del post-rock, género al que no se le veía una larga vida. Sin embargo, acutalmente es uno de los sectores más activos en la industria.
A pesar de que Ágætis Byrjun significa "un buen comienzo", se trata de su segunda producción. Si le toma a la ligera, Ágætis Byrjun puede tornarse una experiencia de acompañamiento, meramente ambiental. Por otro lado, si uno se toma la molestia de analizar la obra (tal vez no a detalle, pero si con calma) se encontrará con un disco sorpredente. Durante una hora y diez minutos, Sigur Rós logra meter en un largo y denso paréntesis al escucha con una propuesta general que se debate entre los polos fríos y calientes. Frío por sus desoladas ambientaciones. Cálido por la extrañamente cercana voz de Jónsi. Al inicio, Ágætis Byrjun es algo etéreo, o abstracto si pudiera llamarlo así. Pero conforme el disco avanza, las pistas se vuelven más concretas y en algunos casos hasta agresivas como pasa en Hjartað Hamast o Ný Batterí, en donde un grito acompañado por metales disonantes suena bastante bien. Uno esperaría que no, pero sí. Increíble.
En aspectos técnicos resalta en especial una cosa, y es que a aun cuando se trata de un disco muy largo, no se abusó en recursos de estudio. En pocas palabras, una producción justa: nada de más, nada de menos.
Al final, aunque la experiencia es fuerte, es reconfortante. Sigur Rós apostó por hacer un disco medular en el post-rock. Ágætis Byrjun, no es una elegía, simplemente que Sigur Rós es como la luz más brillante en el túnel más oscuro. De entrada, eso ya es abrumador.