sábado, 24 de abril de 2010

Del espíritu indie y el regreso del sintetizador VI

Passion Pit - Manners (2009)
- everything's easy when you never have to choose -

Caer rendido nunca había sido tan fácil hasta que escuché Manners de Passion Pit. Hasta la fecha no puedo evitar emocionarme como quinceañera frente a su artista del momento una vez que el disco ha comenzado. Yo mismo estoy sorprendido. Desconozco que tanto tenga que ver el hype del momento, donde se apuesta por un paradigmático pop, desenfadado e inconsecuente. Tal vez sea mera casualidad y Manners me encontró en un momento vulnerable de mi vida, lo cual me pondría en una situación bastante desventajosa. O podemos aceptarlo sin rodeos. Los muchachos de Passion Pit fabricaron una bomba musical con un altísimo replay value. A diferencia de otros ejemplares en el género que no logran concretar un disco por completo (sí, me refiero a Walking on a Dream de Empire of the Sun o al primer disco de MGMT) Manners sobresale porque invierte la situación. Los defectos de aquellos son aprovechados aquí (sin necesariamente convertirse en virtudes) de manera un tanto extremista. Lo digo de una vez: Todas y cada una de las once pistas son singles en potencia. Y aunque es difícil competir ante un monstruo como Little Secrets, el terreno está trazado para que el resto de los temas sean un éxito en lo que dura un verano. Curiosamente esta redondez está fuertemente sustentada por una ausencia de espontaneidad. Sin ser del todo una obra predecible, Manners es fiel a su concepto desde las primeras notas de Make Light. Quizá sea una posición muy cómoda, pero al hacerlo se gana en seguridad y coherencia. Aún así, momentos como la transformación de Folds in Your Hands en una agresiva odisea electrónica, la aparición del riff característico en la irresistiblemente pegajosa Sleepyhead y los metales que acompañan el grito de "Me, I cried out God, you dared me in the dark" en To Kingdome Come se agradecen eternamente. Además, se prescindió de esos momentos embarazosos en que el artista rellena los huecos creativos con supuestas inspiraciones experimentales que generalmente terminan por ser unos churros flagrantes. Después, entre toda la fiesta llena de júbilo que representa Manners es posible encontrarse momentos sosegados e introspectivos. Swimming in the Flood narra a un ritmo semi lento la aventura de dejarlo todo y empezar de nuevo. O la triste y hermosísima Moth's Wings que a su vez pregunta "Whose side are you on? What side is this anyway?" Con una voz a veces chiqueada pero sobre todo quejumbrosa (similar a la de Reggie Youngblood de Black Kids) Michael Angelakos se esforzó por componer una métrica justa para ser cantada con orgullo. La única razón por las que sus casi chillidos no llegan al hartazgo (a diferencia de la de Youngblood) se debe a que inteligentemente se ensambló todo para descentralizar la figura del vocalista. Ya sea por la base electro en que reposa The Reeling o por lo atmosférico que puede resultar Seaweed Song, realmente la culpa es de Jeff Apruzzese, quien con su sintetizador derrama ácido en todas las piezas. Piezas que al final corroen inevitablemente. Total, que se me caiga la piel.